La Viña Santa Rita se levanta sobre 1500 años de historia. El hallazgo de tumbas de la cultura Llolleo bajo el piso de sus bodegas, señala que se instalaron en este sector cerca del año 500. Posteriormente, algunos documentos indican que a la llegada de los incas al valle del río Maipo, el año 1400, habrían trazado sobre estos territorios su camino Qhapaq Ñan e instalado el tambo en el casco de la estancia.
Después de la conquista, vendría la distribución de las tierras a través de las encomiendas o entregadas en merced, así sus primeros propietarios, el matrimonio de Cristóbal Muñoz y Catalina Gómez (1575 a 1613), habrían recibido el año 1575 por parte del Gobernador Rodrigo de Quiroga en merced de tierra la estancia de Maipo, en la ribera sur del río, y de la que habrían tomado posesión en 1576. Consecutivamente, la estancia sería heredada y vendida numerosas veces, pasando por diversos propietarios a lo largo de su historia.
Por el año 1724, el matrimonio de Fernando Astorga y Teresa Montaner compró la propiedad, en ese tiempo deshabitada por problemas de agua, pero que rápidamente se solucionarían dado que su vecino Antonio Jaraquemada estaba haciendo usos de sus tierras, por donde está el arroyo (que pasa por la población de la estancia y por la mitad de la Viña) y que reconoció pertenecían a Astorga y se retiró. Entonces, volvió el agua y la producción en la viña, desde entonces denominada como Santa Rita. Después de enviudar, Teresa Montaner entabló un juicio, en el año 1740, contra Antonio Jaraquemada sobre el derecho de las tierras de Jagüey a lo que el corregidor de Rancagua señaló que se debía respetar las tierras que originalmente cada uno había ocupado. Confiada de eso, ubicó en ellas a uno de sus arrendatarios, Domingo Navarrete. Domingo Jaraquemada, hijo de Antonio, quemó el rancho de Navarrete y Teresa acudió a la Real Audiencia que, en 1741, falló a favor de los Jaraquemada, pasando el límite poniente de la estancia junto a las tierras de Paine a ser propiedad de éstos. Para el año 1764, Teresa Montaner que contaba con decena de nietos por los cuales velar económicamente, decidió vender la estancia a Melchor Jaraquemada, esposo de su nieta Teresa Montaner. Melchor, después de 10 años en la estancia, tenía dos viñas, dos molinos, una casa, una capilla, 1700 vacas, casi mil ovejas y un centenar de mulas, manadas de yeguas, caballos, algunos potros y bueyes. Compró terrenos colindantes y para su muerte, la estancia se dividió en dos hijuelas. La hijuela poniente, hacia el camino de Tango, se le asignó a su hija María Concepción Jaraquemada y la hijuela oriente, hacia los cerros del Principal que incluía la casa, la capilla y la viña, se le asignó a su hijo José Agustín Jaraquemada, quien sería el siguiente propietario de Santa Rita.
José Agustín pasaba largas temporadas en Santa Rita, compartía con sus hijos y con sus primos Jaraquemada Alquízar, especialmente con Paula, patriotas ambos, que como narra la historia, ella habría acogido en las Casas de Santa Rita a 120 soldados de la división de José de San Martín, heridos y cansados después de la batalla de cancha Rayada, el 19 de marzo de 1818. A raíz de estos sucesos, la casona de Santa Rita se nombraría como 120 y, años más tarde, daría origen al vino de ese nombre.
A finales de 1843, falleció José Agustín y su viuda Tránsito Carrera designaría como árbitro de los bienes al Ministro de la Corte Suprema, Manuel Novoa que, para 1844, dividió la hacienda Santa Rita en varias hijuelas. La hijuela las Casas de Santa Rita salió a remate en 1845 y Manuel María Figueroa sería su comprador, quien acondicionó el campo y la viña, convirtiéndolo en un predio moderno. Después de su muerte, la viuda Enriqueta Fornés vendió el fundo a Domingo Fernández Concha en el año 1880.
Domingo Fernández Concha, hermano del Obispo Rafael Fernández Concha, del ex diputado Pedro Fernández Concha y Josefa Fernández Concha (Madre María de San Agustín de Jesús, superiora de la Congregación del Buen Pastor), fundó el Banco de Domingo Fernández Concha y el Banco Nacional y trabajó en la administración de los bancos Garantizador de Valores y Sudamericano. En el año 1882 fue creado bajo su auspicio el Banco de Santiago. Senador entre 1906 y 1912, antes Diputado Propietario de Chillán entre 1870 y 1873, dedicó gran parte de su fortuna para financiar obras de caridad y promover la defensa de la religión católica.
En 1887 promovió la creación del Banco Popular destinado al préstamo, descuento y ahorro para pequeños industriales y obreros. Sin embargo, su emprendimiento más relevante fue la fundación de la Viña Santa Rita en 1880, la que no solo le reportó cuantiosas ganancias personales, a la vez se transformó en el espacio predilecto de la Iglesia chilena, convirtiéndose en un lugar de encuentro y descanso tanto para religiosos como religiosas de diversas congregaciones.
En esa época se construyeron nuevas casas para los inquilinos, un teatro, una escuela, una nueva casa con vista a un parque y, el sueño de Domingo Fernández Concha, una iglesia. Además, se implementó el ferrocarril de Santa Rita.
Para la construcción de la casa contrataría al arquitecto alemán Teodoro Burchard, quien la emplazaría en altura, rescatando una vista privilegiada hacia el extenso parque diseñado por el paisajista alsaciano Guillermo Renner. Burchard también construiría la iglesia.
Después de la muerte de Domingo en 1910, se acordó la realización de un remate público para vender las propiedades agrícolas, entre ellas la hacienda de Santa Rita. En 1911, el poeta Vicente García-Huidobro, yerno de Domingo Fernández Concha, compra el fundo de Santa Rita conservando la maquinaria y el sistema de trabajo implementado por su suegro.
La muerte de Vicente García-Huidobro, en 1948, provocaría un quiebre en la administración de la viña. Sus hijos se verían enfrentados a la toma de decisiones y en 1964 la viña pasaría de ser una Compañía Limitada a ser una Sociedad Anónima y, para el año 1979, con la sociedad formada con el empresario Jorge Fontaine se daría termino a 99 años de continuidad familiar en el manejo y propiedad de la viña.
En 1980, después de largas negociaciones el empresario Ricardo Claro compra las bodegas de la viña Santa Rita, 79 hectáreas de viñedos y las marcas. Posteriormente, compraría el resto de la hacienda Santa Rita, preocupándose por recuperar un patrimonio, testimonio de nuestra historia.
Actualmente, es un gran complejo turístico y una de las principales viñas del país. La antigua casa de Domingo Fernández Concha es el Hotel Casa Real; en la iglesia se celebran matrimonios, ceremonias y otros eventos culturales; en la antigua casa de Paula Jaraquemada se emplazó un restaurante que, en su honor, se denomina Doña Paula y se construyó el Museo Andino, con una muestra de más de 2000 piezas de arte precolombino.