Parroquia de San Antonio de Padua – Historia

Los Hermanos Capuchinos (tercera gran familia franciscana) surgieron de los Hermanos Menores Observantes en 1525 y, en 1528, el papa Clemente VII les concede la bula “Religionis zelus”, marcando de esta forma el nacimiento de la familia Capuchina. Dentro de las cosas que el papa les concedió, se destaca vestir el hábito con capucho piramidal y llevar barba, como signo de pobreza, sencillez y austeridad.

A lo largo de la historia franciscana, los Capuchinos han representado la línea más rígida y austera, tanto es así que son los únicos que hicieron una legislación en relación a la construcción de iglesias y conventos para evitar contradicciones, señalando que “las iglesias sean pequeñas, pobres y honestas… según la santísima pobreza… Y para este fin se ha hecho un pequeño modelo, según el cual se construirán”.

Son conocidos como “frailes del pueblo” por su modo de vivir y trabajar. Su apostolado caritativo y social ha permitido que sean bien acogidos por los corazones de las personas más humildes.

Su llegada a Chile fue el 23 de octubre de 1848 y está estrechamente ligada con la evangelización de la Araucanía. 

El gobierno de Manuel Bulnes veía en las misiones una forma de pacificar al pueblo mapuche y a través de su ministro, Ramón Luís Irarrázabal, acude a la Curia General de los Capuchinos solicitando misioneros para la Araucanía.

Pocos meses después, se embarcan en Génova 12 Capuchinos italianos rumbo a Chile. A ellos se les encomendó las misiones de la Araucanía situadas al sur del Río Cautín.

En 1853 llegaron de Italia cuarenta hermanos más. Además de reforzar las misiones de Araucanía, fundaron el convento de Santiago (1853), de Concepción (1855), Quillota (1856), La Serena (1857) y Valparaíso (1860). Estas tres últimas casas tuvieron poca duración debido a que no llegaron más Capuchinos de Italia.

Estos misioneros italianos en la Araucanía aprendieron mapudungun, abrieron colegios e internados y por más de 50 años trataron de pacificar al pueblo mapuche.

Debido a los problemas políticos que enfrentaba Italia a mediados del siglo XIX, no se enviaron más misioneros a Chile, por lo que se acudió a España para obtener ayuda en las misiones chilenas. En 1889 llegaron los primeros 10 Capuchinos españoles, los que fueron invitados a misionar en el valle central de la región del Biobío.

Hacia finales del siglo XIX, quedaban pocos capuchinos italianos en la Araucanía y los españoles se habían instalado en la zona norte, por lo que urgía traer más misioneros. En 1886, desde Baviera, Alemania, llegan a Valdivia los primeros capuchinos alemanes los que fueron alegremente recibidos por sus hermanos italianos.

Para 1901, los hermanos capuchinos alemanes se hacen cargo de la misión de Araucanía, fundando otros colegios e internados.

En 1955, llegan los capuchinos holandeses y se establecen principalmente en Quilacahuin y San juan de la Costa.  En 1960, llegan los capuchinos belgas estableciéndose en Osorno, posteriormente algunos de ellos se trasladan a Talcahuano.

Las vocaciones capuchinas se dieron lentamente, recién en 1955 había más de 50 capuchinos chilenos.  Algunos misioneros pensaban que los chilenos por ser afectuosos y sensibles no eran aptos para el estilo de vida, austera y de penitencia.

El 15 de febrero de 1982 la orden Capuchina se unió en una sola provincia para aunar fuerzas y trabajar juntos en la formación de los capuchinos chilenos. De esta forma, los capuchinos alemanes, españoles, holandeses, belgas, suizos y chilenos constituyeron la provincia capuchina denominada San Francisco de Asís.

La Parroquia San Antonio de Padua se abrió en 1861, fue un hito en el sector de Cumming y Catedral, donde convergieron numerosos fieles, en su mayoría devotos del Padre Pío.

Esta parroquia en si no está declarada Monumento Histórico, pero si forma parte de lo que se declaró, por parte el Consejo de Monumentos Nacionales, como Zona Típica Barrio Yungay y Brasil.