Al ingresar a la Iglesia de la Vera Cruz impacta la sencillez y simpleza de su ornamentación. Inmediatamente, la mirada se fija en el Cristo central, el cual está colgado en la primera viga. Sin mayores pretensiones, en el altar destaca el relicario que contiene la reliquia de la Verdadera Cruz. En la misma zona del Presbiterio, se puede apreciar dos hornacinas que acogen las imágenes de José y María, ambas con el Niño Jesús en los brazos, posiblemente de madera policromada. Al altar, además, lo acompañan dos figuras de ángeles en madera policromada. Por la derecha, yendo desde la entrada hacia el presbiterio, se observa en la esquina un cuadro de grandes dimensiones con la imagen de Cristo, donde se puede leer Cristo confío en ti; luego se encuentra la escalera de caracol para acceder al coro; cerca de la escalera está una imagen de madera policromada de San Antonio de Padua; luego, se ven los confesionarios y finalmente, se observan parte de los cuadros que representan el Vía Crucis.
Por la izquierda, yendo desde la entrada hacia el presbiterio, en la esquina se encuentra el altar de San Josemaría Escrivá de Balaguer, creador del Opus Dei; luego, se aprecia la otra parte de los cuadros que representan el Vía Crucis y el Auto de Erección de la Iglesia de la Vera Cruz; posteriormente, en una hornacina se ubica la imagen en yesería de Santa Teresa de Los Andes; al lado de la hornacina, encontramos una foto de San Alberto Hurtado y, finalmente, está el acceso a la capilla lateral.
En los paños superiores de ambos muros laterales, se observan dos grandes pinturas; uno retrata la Asunción de la Virgen y el otro a Cristo.