IGLESIA DE SAN FRANCISCO – Arquitectura

La iglesia de San Francisco es la única obra arquitectónica del siglo XVI que se conserva hasta nuestros días, la cual comienza el 5 de Julio de 1572, cuando se coloca la primera piedra en el lugar donde se levantó la Ermita del Socorro en 1545 que alzó don Pedro de Valdivia. Su construcción original era en planta de cruz latina y realizada en muros de bloques de granito. Desconociendo los franciscanos la característica sísmica de esta zona, realizaron un templo de adobe, el cual es casi completamente destruido por el terremoto de 1583.

La corona española envió dinero cada año para poder restaurarla, y consiguieron levantar nuevamente la iglesia, pero los trabajos recién finalizaron en 1618. Este nuevo templo de una nave central y dos capillas laterales, no poseía los muros rojos, la portada de piedra que se encuentra hoy ni la torre actual. Se construyó en cantería de piedra blanca. Así, las piedras de los muros se extrajeron de los cerros que rodean la ciudad, las maderas de los bosques de la Dehesa, y para los pilares cipreses cordilleranos. La torre de gran altura y su cruz era lo primero que se veía al entrar a la urbe.

La iglesia resistió bien el gran terremoto de 1647, ya que estaba realizada de bloques de piedra y de una enmaderación muy gruesa y junta. A pesar de todo, perdió la torre que, al caer, derribó el coro que poseía una costosa sillería. De inmediato se comenzaron las obras de reconstrucción. En 1698 se procedió a trabajar en la nueva torre. A partir de 1703 el convento de San Francisco fue ampliado considerablemente, se reforzaron los corredores del primer claustro y se le abrió una portada.

Una serie de refacciones se realizaron entre 1703 y 1710: el transrefectorio, la botica y la cocina quedaron terminados y algunas remodelaciones decorativas, cuando vino el terremoto de 1730 y posteriormente el de 1751, que dejó más destrozos que el anterior, sufriendo bastante daño el altar mayor, el antiguo retablo e inclinando la torre, haciendo necesario su derribo y levantando otra más elevada. A finales del siglo se amplía el templo a tres naves.

El siglo XIX se encarga de transformar principalmente la torre y la portada. La primera estuvo a cargo de Fermín Vivaceta, quien remodeló y construyó la actual torre, realizada su estructura y terminaciones en madera y con un estilo neoclásico, cercano al georgiano americano. La iglesia mantiene su color blanco a la cal, ya que es solo en el siglo XX cuando se la dio el tono rojizo que hasta el día de hoy mantiene.

En las puertas del templo, y una vez estructurado el paseo de la Alameda de las Delicias desde la actual calle San Martín hasta el templo, se estableció la “Pérgola de las Flores”, la feria de flores de la ciudad, para atender a la gran demanda de los devotos en las festividades religiosas.

Desde 1940 se comienza a reestructurar el templo por la cantidad de vehículos que circulan por la avenida principal. Esto se traduce en la desaparición de la Pérgola de las Flores y del Parque Inglés que marcaba la extensión de la Alameda hacia el oriente, ambos proyectos de O’Higgins. Se organizaron las manzanas aledañas, y en 1925 se estableció una zona residencial: el actual barrio París-Londres, a un costado de la iglesia.

La cantidad de transformaciones, tanto estructurales, arquitectónicas y decorativas que la iglesia de San Francisco ha sufrido, han dejado huella con el correr de los años. Sin embargo, los cuatro siglos en los cuales ha permanecido en la ciudad han permitido que sea testigo de toda la evolución de nuestra historia, el avance de nuestra sociedad y del crecimiento y desarrollo de nuestra ciudad de Santiago.