El interior de la Iglesia de San Vicente Ferrer está sobriamente ornamentado. El blanco de sus muros hace destacar más el volumen simple de su arquitectura y contrasta con las vigas ennegrecidas del techo, creando un ambiente de recogimiento.
Sobresale al centro, el altar presidido por una imponente cruz con la imagen de Jesús, iluminada por los grandes ventanales de la nave. En los muros cuelgan obras pictóricas de Santos Domínicos.
Se destaca la talla en madera de la Virgen del Rosario, cuya fiesta se celebra el 7 de octubre.
Del techo se cuelgan varios candelabros en fierro, acentuando el aire colonial del espacio.