La historia señala que en el año 1544 Pedro de Valdivia habría entregado en encomienda estos terrenos a Inés de Suárez. Posteriormente, vendría una sucesión de propietarios hasta que, en el año 1767, las tierras serían compradas por Antonia Portusagasti, esposa de Juan Cranisbro (castellanizado del irlandés Gainsboroungh), quienes levantaron la casa patronal y una capilla en honor a sus dos hijos muertos en la infancia.
Antonia murió hacia finales del siglo XVIII y Juan en 1803, quien al momento de morir y no haber herederos, legó la casa y la capilla a la Orden de Los Domínicos, con la condición de que ahí se fundara una casa de ejercicios para los campesinos del lugar. Sin embargo, la posesión efectiva se demoró y el novicio domínico José María Urmeneta habría comprado la iglesia y las casas de la hacienda, las que donaría a la Orden para levantar un noviciado.
En 1809 los frailes iniciaron la construcción de la iglesia y del convento. En 1811, el prior de la Orden, Fray Justo Santa María del Oro construyó varios claustros y alargó la capilla.
En 1824 Urmeneta se secularizó y trató de recuperar sus bienes, pero todo quedaría resuelto en 1834, tras un acuerdo en el que los frailes domínicos le compran los terrenos.
En 1847, Fray Francisco Álvarez reconstruye el frontis de la iglesia con sus dos torres y amplía los graneros y bodegas.
Cabe destacar que, dentro de las leyendas, se cuenta que Fray Justo Santa María del Oro, defensor de la causa independentista, habría dado refugio a los patriotas en problemas, entre ellos a Manuel Rodríguez, quien vestido de fraile abrió las puertas del convento a las tropas realistas que lo buscaban. Asimismo, se dice que Fray Justo conocía un paso por el que se cruzaba rápidamente la Cordillera de Los Andes y se reunía en Mendoza con el Ejercito Libertador para celebrar misa, lo que da origen a la leyenda del “Paso del Fraile”.
El 30 de septiembre de 1955 se erige como parroquia San Vicente Ferrer, patrono titular desde la época de la colonia, donde muchos hermanos domínicos de distintas nacionalidades han trabajado y evangelizado en este sector.
En 1983 parte del convento se convirtió en un centro artesanal y de antigüedades denominado Pueblito de Los Domínicos. Ese mismo año la casa parroquial, el convento, la iglesia, las bodegas y otras construcciones anexas, se declararon Monumento Histórico. Desde entonces, es un lugar típico de Santiago y visita obligada de turistas y extranjeros.