Antigua Iglesia de los Benedictinos. Fuente: www.benedictinos.cl
El origen del Monasterio Benedictino de Las Condes, se remonta al año 1916, cuando Juan Subercaseaux, posteriormente Arzobispo de La Serena en 1940, se encontraba estudiando en Roma y conoce a los benedictinos de Solesmes, naciendo así la idea de fundar un monasterio en Chile.
Gracias a las gestiones realizadas por el Padre Juan y su hermano Pedro, monje y pintor, sumado al esfuerzo de toda la familia Subercaseaux, se hizo todo lo posible para concretar una fundación benedictina en Chile. De esta forma, se consigue el patrocinio de la congregación francesa de Solesmes y, en octubre de 1938, llegan los fundadores a Santiago, uniéndose a ellos el Padre Pedro Subercaseaux.
Provisoriamente se instalan en la chacra de Lo Fontecilla, de Carlos Peña y, debido a diferentes motivos, no lograrían sostener el patrocinio de la abadía francesa. La precariedad de esta pequeña comunidad, la ignorancia local sobre la vida monástica y el estallido de la segunda guerra mundial que frena el reaprovisionamiento espiritual y material proveniente desde Francia, impiden proyectar una imagen convincente para atraer a los postulantes, limitando el desarrollo de la comunidad en Santiago y, en consecuencia, la abadía de Solesmes decide suprimir el sostenimiento de la fundación chilena.
Posteriormente, consiguen el patrocinio de la abadía alemana de Beuron y en 1948 llegan a Santiago los primeros cuatro monjes beuronenses y surgen las primeras vocaciones chilenas. Se trasladan al sitio que actualmente ocupa el Hospital de la Fuerza Aérea, institución a la que se vendieron las instalaciones en el año 1953. La orden, entretanto, adquiere los terrenos en el cerro Los Piques, y la comunidad benedictina se consolida con el apoyo de la abadía de Beuron.
Ese mismo año, 1953, se organiza un concurso para el diseño del nuevo monasterio, el cual gana el equipo dirigido por Jaime Bellalta. De esta propuesta, para la edificación en el cerro Los Piques, solo se alcanza a construir el cuerpo de celdas y una capilla provisoria.
En 1960, el Instituto de Arquitectura de la Universidad Católica de Valparaíso asume el encargo de la Orden, para una reformulación total del proyecto anterior que incluya el diseño del monasterio y una iglesia definitiva. La nueva propuesta resulta muy ambiciosa y los monjes no se sienten interpretados, por lo que el proyecto no se realiza.
La Orden, entonces, después de un largo debate, decide encomendar la tarea a los dos monjes arquitectos con los que contaba. Si bien, ambos eran jóvenes e inexpertos, aceptan el desafío para proyectar la capilla del monasterio y el conjunto completo.
La propuesta de la iglesia, desarrollada entre 1961 y 1962, por los hermanos Martín Correa y Gabriel Guarda, involucra un estudio intenso y detallado sobre la luz, para lograr los efectos de iluminación, tan primordiales en el proyecto.
Entre los años 1962 y 1964, la construcción se lleva a cabo, concretándose un espacio donde se conjugan todos los elementos, para unir las necesidades de monjes y fieles, en completa armonía. Un lugar de pura luz que, conceptualmente, entabla una relación directa con Dios y que la modernidad de su arquitectura apela a una interpretación poética de la espacialidad.