Al tratar el tópico arquitectónico de la iglesia del monasterio Benedictino, se debe realizar incorporando otros factores que en un templo tradicional no es comúnmente tratado. El desarrollo tipológico formal escapa a toda concepción previa desarrollada en espacialidad religiosa, por lo tanto entran en juego factores conceptuales, místicos y devocionales que lleva arraigada la formulación de la obra. Esta concepción poética del espacio es lo que Le Corbusier denominaba “el espacio indecible”.
Arquitectónicamente, el templo está desarrollado a partir de una configuración moderna, de volúmenes simples: prismas, especialmente cubos y paralelepípedos como figuras principales, que se asocian entre sí a través de sus lados y vértices. Dos “cubos de luz” unidos por sus vértices conforman el espacio principal, uno contiene el altar hacia los monjes y el otro en el que se ubican los fieles. Un cubo remata la obra a modo de campanario el cual proyecta la sombra de éste conforme va transcurriendo el día.
El acceso al templo se realiza a través de una rampa ascendente a modo procesional conducente a la zona donde se encuentra la moderna escultura dedicada a la Virgen María con el Niño Jesús. Lentamente, al ir ascendiendo, se puede apreciar como la arquitectura va descubriendo al espectador el espacio interior de la iglesia, hasta llegar a la parte superior, desde donde se puede apreciar de forma completa la nave. Se logra observar las dos grandes áreas, para fieles y monjes, separadas y enfrentadas en un diálogo común por una escalinata conducente al presbiterio, donde se logra entender la unión de la obra arquitectónica con la poética religiosa en un solo elemento, en el cual el recorrido envolvente de sus espacios es fundamental para su entendimiento. Sus muros son de hormigón blanqueados a la cal y con terminación rústica, de condición abstracta, donde se aprecia la huella del encofrado.
Mirando hacia el altar a mano izquierda tenemos una pequeña capilla para el Santísimo Sacramento, la cual se accede tanto por el área de los fieles como por el de los monjes, y que posee un hermoso color ámbar por el tinte de la luz que ingresa por los espacios entre muros. A mano derecha y bordeando la rampa de acceso se descubre un pequeño espacio que posee una urna transparente que contiene un conjunto escultórico de la Sagrada Familia.