La Basílica del Salvador se construye con clara influencia neogótica, la cual está inspirada en las grandes catedrales europeas que se realizaron bajo el estilo gótico con una cierta similitud a la catedral de Milán. De grandes proporciones, cuarenta metros de alto y treinta y siete de ancho, y solo comparada con la Catedral Metropolitana, su responsable fue arquitecto Teodoro Burchard, al cual se le asocia la introducción del neogótico a nuestro país. La estructura, construida con ladrillos amalgamados con mezcla de cal, posee dos niveles, en el cual en su parte inferior se aprecian tres grandes pórticos de entrada decorados con archivoltas que rematan en arcos ojivales y decorados con personajes santos y escenas en sus tímpanos. El nivel superior está conformado por una serie de ventanales angostos y alargados que se encuentran decorados con adornos trifoliados, rematando también en arcos ojivales, generando un ritmo continuo. Sobre la entrada central se encuentra un gran arco ojival que contiene un ventanal también decorado por una diversidad de adornos lobulados y ojivales, siempre manteniendo la unidad formal asociada a la decoración del neogótico. Remata a ambos lados una balaustrada que contiene adornos arquitectónicos intrincados, mezclados con elementos foliados. La estructura posee refuerzos a la vista a modo de contrafuertes y arbotantes, decorados como gárgolas, chapiteles y pináculos, siguiendo de manera certera la continuidad formal del estilo original.
En su interior, y siguiendo la estructura de la entrada, el templo consta de tres naves, todas ellas de similar altura y separadas por una arcada de altos soportantes decorados completamente por sorprendentes pilares fasciculados, las cuales rematan en imponentes bóvedas de crucería tetrapartita, hermosamente decorados. Sus muros circundantes se encuentran decoradas por capillas y nichos en absoluto estilo gótico, con bella arquería ojival.